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viernes, 24 de noviembre de 2017

LA POSVERDAD

LA POSVERDAD

Narciso Michavila, presidente de GAD3, se pregunta ( en una mesa coloquio organizada por Fundación Wellington sobre “Verdad y Posverdad”) si podemos llamarlo autoengaño, y sostiene que exaltar la opinión en detrimento de la información pura no es natural, y por ello la posverdad terminará por desaparecer, como desaparecen las injusticias ante la presión social,

El tema es uno de los que más daño está provocando en las personas: la desinformación y la posverdad. Siguiendo a Michavila, el diccionario de Oxford ya ha incluido el término posverdad entre sus páginas: post-truth. La RAE puede que acabe acogiéndolo también. La posverdad consiste en otorgar más relevancia a la apariencia de los hechos que a la realidad en sí, aunque la información que de aquí se extraiga sea falsa., según dicho diccionario.

La exaltación de los pensamientos y las emociones sin fundamento impera en los discursos sociales, e la prensa, medios de comunicación en general, opiniones y debates,  en aras de la subjetividad y una libeertad sin miramientos ni razones, sin pensamiento, sin formación.


Algunos la denominan “era Pinocho”, a la actual, aunque la práctica de posverdad es algo ancestral, pues va ligada a la mentira y esta es tan antigua como la propia humanidad.
Así lo asumió Michavila, “todos los conflictos bélicos pasados y presentes empiezan con una mentira” y, en ellos, el primer muerto es la verdad, añado.

Vivimos bombardeados por informaciones, pero solo ansiamos confirmar las propias creencias y esto se ha convertido en un problema social, dada la cantidad de informaciones opuestas que existen en los medios de comunicación convencionales y redes sociales. La proliferación de las “contradicciones informativas” crea un déficit de criterio en las personas.
Continuamente se buscan opiniones que vayan de la mano con las creencias propias, y quien opina diferente, origina un conflicto.

Existe un gran nivel de desinformación y manipulación que apela a las emociones, el corazón y a los grupos de influencia”, sentenciaba Michavila, es por esto que leo aquello que confirma mis sentimientos. Y esto no es mentira, es una realidad, aunque sea subjetiva. Por eso preferimos llamarlo posverdad.


Defiende que la posverdad terminará por desaparecer, como desaparecen las injusticias ante la presión social, pero, mientras tanto, habrá dejado una zanja en el conocimiento que será difícil de tapar.

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