EL APRENDIZAJE “NO FORMAL”
La vida o, mejor, nuestro discurrir por el tiempo y la acumulación de experiencias que provoca el contacto con los demás, va dejando un aprendizaje, que algunos llaman experiencia, pero que puede no serlo, porque a veces son las mismas cosas repetidas muchas veces. Pero mejor no entramos ahora en disquisiciones al respecto y dejamos las cosas ahí: el contacto con el tiempo y con los demás nos van dejando aprendizajes.
Uno, muy claro, es que es mejor no intentar retener a quien se quiere ir, por más daño que nos pueda hacer en un momento determinado. A la vez hay que aprender que no hay que rechazar a quien llega, al menos hasta saber cuáles son sus “alforjas” (sus experiencias).
Se aprende que hay que cuidarse uno mismo y eso supone, entre otras cosas, que a veces es mejor irse u olvidarse de algunos lugares o alejarse de algunas personas (gente) para protegerse y cerrar puertas para que no entre nada por ellas.
La edad no nos cierra a los cambios, a desearlos, provocarlos… pero uno aprende que esos cambios no vendrán de los grandes movimientos (religiones, política…), sino de cada ser humano, cuando esos seres sepan asumir sus responsabilidades y adquieran conciencia de la importancia de sus comportamientos en el entorno en el que viven o actúan.
Hay más, claro, pero hoy me parece importante resaltar estas cuestiones.
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