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jueves, 11 de enero de 2018

SENTIRSE SOLO

SENTIRSE SOLO

Quizá te cueste soportar el sentirte en soledad en muchas ocasiones, incluso que lo llegues a pasar mal por ello. Sé de qué hablo porque he pasado por ello, intentando escapar del silencio, del vacío… de estar conmigo mismo a solas.

Todos, en algún momento de nuestras vidas y por circunstancia de lo más diversas hemos pasado por ello, intentando contar con compañía, aferrándonos a los demás, para eludir el dar la cara a la verdad: vivir con nosotros mismos.

El problema es que, en la soledad, sale todo lo que llevas dentro (Es como la obra teatral “Cinco horas con Mario” de Miguel DELIBES). A la soledad no la puedes engañar. Te pone a prueba. Te vuelve honesto. Te conduce a lo real. Es el espejo que te desnuda, y eso es algo que detestas, porque aún no estás preparado para aceptar la realidad.

Si  estuvieras preparado, la soledad te sabría como el primer solecito de la primavera. En lugar de empequeñecerte, de comprimirte en tu propio sufrimiento, de reducirte a tu mínima expresión, te haría inmenso. Porque cuando estás en paz, cuando has soltado la angustia, la soledad multiplica la alegría por varios millones. 

Y es que la soledad te hincha de un cálido sentimiento de conexión con la vida, de una profunda sensación de formar parte de algo más grande. 

Ya no estás perdido en tu congoja, obsesionado contigo de tanto tratar de escabullirte de ti. Ahora te descubres, te encuentras, despejas la mente de tanta interrupción y negociación con los demás y te ubicas en mitad de esta soledad: Solo, pero no aislado. Solo, pero no abandonado. Solo, pero no desamparado.


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