EL PENSAMIENTO
Cuando existen impedimentos físicos para interactuar con los demás, nos refugiamos en el pensamiento como elemento central y eje de nuestra vida, esto es, de la actuación vital que nuestra situación personal nos impide realizar.
Ese pensamiento recoge los recuerdos, los sentimientos, los deseos, los sueños… todo eso que va componiendo nuestro acerbo personal a lo largo de tiempo.
Los psicólogos nos dirán que esos pensamientos representan la seguridad / inseguridad personal, la relativa a nuestras relaciones y las “distorsiones cognitivas”, esto es, las mentiras que nos montamos en la mente ante la inseguridad personal.
Supongo que algo de eso nos ocurre a todos los que hemos de vivir apartados, en mayor o menor medida, de los demás y que, si no distorsionamos nuestra relación con nuestros pensamientos no pasa nada, esto es, si no hacemos de esas “distorsiones” la “verdad” de nuestro discurrir vital.
No soy psicólogo ni lo pretendo, pero creo que el pensamiento es un muy buen compañero de la soledad si no lo usamos para tapar ni la realidad ni la inseguridad, ni no dejamos que nos lleve a la frustración.
Del mismo modo es buena medicina si con ese pensamiento no intentamos penetrar en los demás, sino solo en nosotros mismos y si asumimos que nada de lo que digan los demás tiene que ver con nosotros.
La realidad es la que es y no creo que sea difícil asumirla, analizarla y actuar con ella, por más que pueda costar.
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