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viernes, 1 de diciembre de 2017

ABANDONARSE

ABANDONARSE

Hay días en que uno no tiene más remedio que abandonarse, que dejar que el tiempo siga su cuenta sin que apenas se note, o, al menos, sin implicarse en él. Días en los que no importa en que haga sol o llueva, en los que no queda otro remedio que buscar en la propia soledad. Faltan las fuerzas y no queda nada a lo que agarrarse, falta orientación para enfocar el esfuerzo o falta la fuerza para ese esfuerzo.

Son días, en los que, como decía Castañeda en “El Don del Águila”, ““Ya me di al poder que a mi destino rige. Y no me aferro ya a nada, para así no tener nada que defender. No tengo pensamientos, para así poder ver. No temo ya a nada, para así poder acordarme de mí. Desapegado y sereno, me lanzaré más allá del Águila para ser libre.
Cuadra aquí, para salvar el silencio, un poema, que en este caso es la letra de una canción de Nicanor Parra:


CARTAS A UNA DESCONOCIDA

Cuando pasen los años, cuando pasen
los años y el aire haya cavado un foso
entre tu alma y la mía, cuando pasen los años
y yo solo sea un hombre que amó, un ser que se detuvo
un instante frente a tus labios,

un pobre hombre cansado de andar por los jardines,
¿dónde estarás tu? ¡dónde
estarás, oh hija de mis besos!
Último brindis

Lo queramos o no
solo tenemos tres alternativas:
el ayer, el presente y el mañana.

Y ni siquiera tres,
porque como dice el filósofo
el ayer es el ayer.
nos pertenece solo en el recuerdo:
a la rosa que ya se deshojó
no se le puede sacar otro pétalo.

Las cartas por jugar
son solamente dos:
el presente y el día de mañana.

Y ni siquiera dos,
porque es un hecho bien establecido 
que el presente no existe
sino en la medida en que se hace pasado
y ya pasó…,
como la juventud.

En resumidas cuentas
solo nos va quedando el mañana:
yo levanto mi copa
por ese día día que no llega nunca
pero que él es único

de lo que realmente disponemos.

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