VIVIR EN LA ZANJA

VIVIR EN LA ZANJA

En “El Principito” está escrito que “con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante”.

Es una cita que he hecho figurar alguna vez más en mis entradas, per que, de vez en cuando cobra una dimensión o un peso especiales, de ahí la repetición.

Adjudican a Buda otra frase que viene a decir lo mismo: “Cada mañana nacemos de nuevo. Lo que hacemos hoy es lo que más importa”.

Para aligerar la seriedad de esas cita, incluiré otra que me gusta y que proviene de un libro para niños:“¿qué día es?” pregunto Pooh. “Es hoy” dijo Piglet. Mi día favorito”.

En cualquier caso, meterse en esa zanja (sin pasado y sin futuro) no es tarea fácil. La zanja se va estrechando y haciéndose cada día más profunda, hasta el extremo que llega un momento en que el ayer es algo borroso y el mañana algo que suele atemorizar o algo que uno desea que llegue cuanto antes, pero, siempre, algo doloroso.

Tengo dos frases de Isabel Allende que me ayudan a continuar el razonamiento:

1 “Ya estamos todos en edad de tirar por la borda los sentimientos que no nos sirven para nada y quedarnos solo son aquello que nos ayudan a vivir”.

2 “Necesitamos memoria selectiva para recordar lo bueno, prudencia lógica para no arruinar el presente y optimismo desafiante para encarar el futuro”.

Vienen a reforzar esa visión inicial que apuntaba, un tanto idealista y, para mí, fuera de la lógica que exige el aguantar el día a día. Porque ¿qué proporciona cerrar la puerta detrás de ti y la ventana ante ti? Quizá un vivir en la inopia, en la nube, en un túnel sin luz y con niebla… en vivir anestesiado, en reducir la capacidad de razonar, en evitar la lógica,…

No quiero llevar razón, pero sí dejar claro que no es fácil, que la vida se convierte así (al menos para mí) en un callejón que se estrecha y en una ración de sedante. No soy nada de lo que era ayer posiblemente, pero no podré serlo si me niegan el camino para ser de otro modo, para vivir.