EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS

EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS

Hoy, quizá por el día y sus históricos significados personales, he acudido una vez más a la poesía. A una poesía que escribió Walt Whitman como homenaje a Abraham Lincoln tras su asesinato, un tributo de admiración.

Se hizo famoso a través de la película “El club de los poetas muertos”, por lo que no pretende ni ser una primicia ni ejemplo de nada. Es sobradamente conocido. Pero tiene una virtud, cada lector puede interpretarla a su manera; cada uno podemos ver en este poema a un padre, a un consejero, a un amigo,… que nos guía en la vida y al que debemos gratitud; desaparece, pero estamos en deuda con él.

  ¡Oh capitán, mi capitán!

  Terminó nuestro espantoso viaje,

El navío ha salvado todos los escollos,

Hemos ganado el codiciado premio,

Ya llegamos a puerto, ya oigo las campanas,

Ya el pueblo acude gozoso,

Los ojos siguen la firme quilla del navío resuelto y audaz,

Mas, ¡oh corazón, corazón, corazón!

 ¡Oh rojas gotas sangrantes!

Mirad, mi capitán en la cubierta

Yace muerto y frío.

 ¡Oh capitán, mi capitán!

 Levántate y escucha las campanas,

Levántate, para ti flamea la bandera,

Para ti suena el clarín,

Para ti los ramilletes y guirnaldas engalanadas,

Para ti la multitud se agolpa en la playa,

A ti llama la gente del pueblo,

A ti vuelven sus rostros anhelantes,

 ¡Oh capitán, padre querido!

 ¡Que tu cabeza descanse en mi brazo!

Esto es sólo un sueño: en la cubierta

Yaces muerto y frío.

  Mi capitán no responde,

Sus labios están pálidos e inmóviles,

Mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,

El navío ha anclado sano y salvo;

Nuestro viaje, acabado y concluido,

Del horrible viaje el navío victorioso llega con su trofeo.

  ¡Exultad, oh playas, y sonad, oh campanas!

Mas yo, con pasos fúnebres,

Recorreré la cubierta donde mi capitán

Yace muerto y frío.