LAS RELACIONES SON COSA DE DOS O MÁS
Cuando las fuerzas o la edad le abandonan a uno y tiene que separarse de su hábitat habitual, poco a poco deja de tener relaciones con muchas personas con las que antes interactuaba.
No es que el afecto desaparezca, no es así, el afecto y el recuerdo permanecen, sino porque uno se va dando cuenta, a veces poco a poco, otras de golpe, de que si uno no conecta y dice algo, no existe el más mínimo esfuerzo en esas personas por conectar con uno, por interesarse por cómo te va.
Uno se convierte en invisible o transparente, lo que viene a ser lo mismo y se difumina para todas esas personas, hasta desaparecer para ellas.
Y uno se queda con cosas que decir, con nostalgias irresolubles, sumido en el error de buscar razones a esa difuminación que no es propia. Por otra parte, todo ello da como consecuencia cierta tristeza, porque lo que no decimos… a veces nos mata o se muere o falsa los recuerdos.
Y todo ocurre sin malentendidos, pero lleva una carga sutil pero incisiva: FALTA LEALTAD, esto es, “Sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, a los compromisos establecidos o hacia alguien” según el diccionario.
Uno, en su ingenuidad, cree que la empresa a la que has dedicado tu vida o lo mejor de ella, los compañeros, por los que has sacrificado hasta algunas creencias, han desarrollado algo así como un compromiso contigo, eso que llamamos LEALTAD, la misma que tu has tenido y guardas sobre todo ello.
Pero no es así. La lealtad, el compañerismo y el afecto desaparecen (con más o menos prisas) y eso que son cualidades que no exigen nada, quizá una palabra o el más pequeño de los detalles.
Parece que la vida fuera tan exigente que necesite para cada uno el hueco que deja el que se aparta. Triste destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario