LA INICIATIVA
Muchas veces hay que tomar la iniciativa si en verdad crees que algo o alguien merece la pena. Lo cual significa dar el primer paso para iniciar un cierto acercamiento.
Es posible que haya personas que se molesten, porque no tienen el mismo interés o que crean que esa es una conducta agresiva (las sensibilidades son… diversas -profusas, confusas y difusas-), pero también hay que reconocer que hacerlo, tomar la iniciativa para que algo pueda ocurrir, para empujar o facilitar que el acercamiento pueda darse, es signo también de RESPONSABILIDAD, de no querer dejar nada abierto sin más posibilidad, de no querer que las historias del pasado se queden de una manera ilógica o cortada sin haber intentado siquiera exponer razones.
Está claro que detrás de esa acción puede haber algún punto de egoísmo y también de necesidad y que puede que nada de eso tenga correspondencia en la situación de la otra parte, pero ¿tanto cuesta oír o leer las razones de la otra persona si las cosas se plantean sin exigencias?
El individualismo, el aislamiento, la lejanía, el ritmo de la vida, los cambios a que nos somete el propio escenario de vida, etc., no favorecen en nada esas iniciativas, pero ¿son lógicos los rechazos? ¿los asumiríamos igual al revés, esto es, si nosotros fuéramos el foco de esas iniciativas?.
A veces es triste que alguien a quien conoces o alguna vivencia compartida se conviertan en alguien a quien conocías o en solo un recuerdo personal que ya carece de significado.
A veces olvidamos que los hechos son siempre VACÍOS, que son simples recipientes que adoptarán la forma del sentimiento que los llene, como dejó escrito Onetti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario