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domingo, 15 de octubre de 2017

¡VIVE!

¡VIVE!

En estos días y por dos vías diferentes, dos personas me han hecho llegar el mismo breve mensaje: ¡vive!, que yo he traducido por: ¡haz las cosas que puedan llenar del mejor modo tu tiempo!, porque uno, en el fondo en condescendiente.

Una de esas personas ha pasado largas temporadas en el hospital y ha sido operada dos veces de un órgano que yo también tengo perjudicado, aparte de padecer otros problemas en su entorno, muy serios todos ellos. La otra es una persona que generosamente ha acudido en mi ayuda porque yo se lo rogué.

Y a ambas tengo que decirles lo mismo: VIVO.


Es cierto que lo hago en una especie de burbuja, que me aleja del mundo y de los quehaceres que dicen que son normales, incluso de las relaciones que parecen necesarias y que sería lógico tener después de lo vivido hasta aquí. Pero es una burbuja en la que prácticamente estoy solo yo, con algunas excepciones.

En ella entran semanalmente algunos mensajes electrónicos (no muchos, la verdad), dos o tres llamadas telefónicas  y quizá algún comentario como respuesta a mi actividad en las redes… No hay más., pero VIVO.

Mi burbuja la he llenado yo de sueños, ilusiones, pensamientos, afectos, racionalizaciones, lecturas, reflexiones,… que me van permitiendo, incluso, llevar dos blogs para demostrarlo: uno con mis análisis de la realidad que me envuelve y otro con las afectividades que no entran en la burbuja. Vamos, que casi me escribo a mi mismo para animarme o para expresar mi pesimismo, según el caso, y VIVO.

Oculto mis “cosas”, mis noches en blanco, mis frustraciones, mi declive, mis males y mis quebrantos, porque creo que cada una de esas cosas apartan a las personas en vez de atraerlas en tu ayuda. Y lo hago porque VIVO.


Sé lo que cuesta VIVIR, no es preciso que nadie me lo recuerde, y lo fácil que es decirlo. Debe ser muy difícil (o imposible) añadir a esa petición (¡VIVE!) algún “empujón” que ayude a hacerlo, porque, a veces, sentimos la necesidad de salirnos un momento de la burbuja, de olvidarnos de lo que pasa en nuestra burbuja, para fijarnos en lo que pasa fuera y sentirnos parte de ello también.

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