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jueves, 26 de octubre de 2017

LAS NOTICIAS

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He estado pendiente de las noticias de hoy, medio mareado por el sinfín de conexiones entre la sede del Gobierno de Noreste, su Parlamento y el Senado, intentando aclararme sobré qué es lo que podía pasar en este territorio, el pequeño y el grande. He aprendido algunas cosas, aunque no he entendido nada.

He aprendido que se pude hablar con gran solemnidad y haciéndose esperar sin decir nada y dejando boquiabiertos hasta a los pájaros que pasaban por allí, pero, eso sí, manteniendo la compostura de un emperador.

He aprendido que se puede programar y reprogramar un acto con el solo fin de despistar al contrario ( ya a toda la ciudadanía de paso)


He aprendido que esa ciudadanía no importa nada a la clase política, sino solamente los votos, pues solo en clave de elecciones puede entenderse algo (poco, no vayan a a creer)

He aprendido que el orgullo puede más que la representación, más que los ciudadanos, más que el territorio y que manifestarse bajo las órdenes de los dirigentes puede dar lugar a u esperpento un tanto vergonzoso, porque al final, de tan mareados por los cambios, nadie sabía porqué estaban de huelga y se manifestaban (o casi nadie, al menos de los encuestados).

He aprendido que, aparte del dinero, hay otra arma para dividir y enfrentar a la sociedad: EL NACIONALISMO RADICAL, ese que se adjudica una unas características diferenciales que transforma en herramientas políticas por encima de las personas, de la ley y de lo que haga falta. Es un nacionalismo basado en sentimientos, normalmente ficticios, pero susceptibles de ser inflados hasta el infinito, vamos, hasta que nadie más que los radicales quepan en el territorio.

He aprendido que hay grupos que aún no han aprendido que sin LEY n hay convivencia, ni tiranía de ciertos grupos, ni derechos, ni estabilidad, ni igualdad, ni libertad…ni democracia.


Podía seguir…, porque la verdad es que son cosas que ya intuía mucha gente y que no contribuyo con nada nuevo con esta descripción, así que solo diré que nos hemos quedado sin un proyecto común, que nos ilusione a todos, como ocurriera en 1978 y que, entre los políticos hay piratas, como esos somalíes que actúan con tanta precisión. 

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