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sábado, 24 de junio de 2017

PLANIFICAR LA VIDA

PLANIFICAR LA VIDA

Más que analizar y reflexionar sobre el pasado, a todos nos gusta mirar hacia adelante y planificar, aunque sea a grades rasgos, nuestras pretensiones para el futuro. Bueno, algunas veces, instalados en el confort del presente, del aquí y ahora, NI ESO. Pero demos un voto de confianza a las cabezas “que no envisten”, sino que piensan.

Y no está nada mal, entre otras muchas razones porque eso nos ayuda a poner los esfuerzos en aquellas cosas que nos interesan, que nos ayudan a ir construyendo nuestra vida. Eso nos evita ir dando tumbos en nuestras decisiones y hacer depender nuestro caminar por la vida del mero azar.

Ocurre que en el momento de tomar esa decisión de planificación somos UNAS PERSONAS y dejamos de ser las mismas instantes después (somos como el agua de río) y ocurre también que en el camino de la vida se dan muchas circunstancias que nos obligan o a parar en la conquista de nuestros propósitos o a cambiar de decisión. El “discurrir” tiene de todo y, entre ese “todo”, muchas sorpresas y no todas agradables.

Estamos diciendo que muchas veces hemos de abandonar las decisiones que habíamos planificado y no por nuestra voluntad. Aún así es mejor tenerlas (tener decisiones previstas) que no tenerlas, por más que el dolor sea mayor al tener que abandonarlas.


Podríamos entrar aquí en el tema de las hipótesis de vida, del azar y la necesidad, del libre albedrío incluso y de sus límites, de la libertad, de lo que se quiera, pero eso no quitaría importancia al hecho que queremos poner de manifiesto: Una vida planificada es una vida más y mejor vivida, más intensa, más gratificante… pero una vida así puede caer en cualquier momento como un castillo de naipes y … hacen falta muchos esfuerzos para mantener erguidos los ánimo y las esperanzas.

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