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jueves, 8 de junio de 2017

EN EL SILENCIO

EN EL SILENCIO

En los momentos de silencio y soledad son muchos los recuerdos que se vienen a la cabeza. A veces son retazos de vivencias, otras veces son simples imágenes, difíciles de situar en el tiempo o en un orden determinado, pero en todos los casos expresan la vida, la memoria de los uno ha ido haciendo en el tiempo que lleva con los pies en el suelo.

Se quiere justificar así que muchas de las entradas se efectúen por el efecto de ciertos autores, de ciertas figuras, ciertas lecturas…, no hay más, bueno, que, en todo caso, son retazos que alumbraron un día el caminar por el tiempo.

Hoy viene a la mente algo que corresponde a W. Shakespeare: “He aprendido que no puedo exigir el amor de nadie. Yo solo puedo dar buenas razones para ser querido… Y tener paciencia para que la vida haga el resto”.

Efectivamente es una inteligente conclusión y una buena lección: no se puede exigir nada a nadie, ni amor, ni afecto, ni amistad, … ni siquiera respeto o recuerdo, porque cada uno responde desde las razones que uno mismo da y los demás reciben  de sus propias interpretaciones de eso que uno da, de su significado en los demás.

Lo único malo es tener la paciencia y la comprensión necesarias para  asumir que eso es así, sobre todo porque las respuestas, si vienen, pueden hacerlo fuera de tiempo, cuando ya no son necesarias o no venir nunca, generando un vacío entre lo que uno da y espera y lo que recibe y el valor que los demás dan a tus desvelos.


Pero es algo a aprender más pronto que tarde, para que no caigamos en la frustración. Las cosas van de esa manera y no hay forma de cambiarlo.

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