LA VERDAD EFÍMERA

LA VERDAD EFÍMERA

Es cierto que los acontecimientos y los comentarios que surgen a su alrededor son muchos (demasiados) y veloces, por lo que casi todos (para no pecar de exagerados) pasan al olvido en muy poco tiempo, entre otras cosas porque unos se superponen a otros ocultándose entre sí.

Y lo hemos asumido por mucho ruido que hayan tenido en su día y sea poco o mucho lo que nos haya afectado el tema. Eso hace que nos traguemos sin percibirnos de ello cualquier noticia, cualquier argumentación o que las rechacemos sin más razonamiento ni análisis, lo cual es grave, tanto desde el punto de vista personal como social.

Sobre esa base de falta de análisis y racionalización de las noticias y de falta de profundización o interés por su velocidad y acumulación, está ocurriendo otro fenómeno que considero importante y peligroso: la verdad es, no sólo relativa, sino efímera y de poca validez.

De ese modo hay representantes públicos que no les duele decir que el terrorismo yihadista no proviene del islam o que la culpa es de occidente, porque es la venta de armas la que tiene la culpa (curiosa relación) o cierto intereses oscuros y ocultos de vaya usted a saber quién. Vamos, que la verdad se esconde ocultado la respuesta real. 

Tanto nos da ocultar la verdad detrás de la personalización de los hechos, hasta el punto que el protagonismo de un ataque puede estar en un vehículo o en una bomba, no en quienes la pusieron y en sus razones y también detrás de ciertos actos que actúan como limpiadores de nuestras conciencias y razones: minutos de silencio, concentración, flores o actos de este tipo.

Estas actuaciones sobre un hecho (lo dicho es solo un ejemplo) o tapan la realidad o desvían la atención o el tema puede ser llevado a cualquier otro terreno (en el ejemplo que utilizábamos a la denominada “islamofobia”, por ejemplo) a partir del cual ya podemos pasar a “predicar” la ideología que nos interese.

Así no es extraño que en la celebración del 20º aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, el 70% de los jóvenes menores de 30 años del País Vasco no supieran quién era el tal señor.