LOS MALOS MOMENTOS
Quien más quien menos, todos hemos pasado por momentos digamos que difíciles, tanto por razones internas (no encontrarnos nada bien) como externas (por la pérdida de una persona especial, por ejemplo).
Son momentos que nos llevan a estar mal, a angustiarnos, a sentirnos desconsolados y a quejarnos del mundo y de la vida. Y lo malo es que no podemos hacer nada, solo quejarnos, porque no tenemos aprendizajes previos para atravesar esos momentos de dolor y pena o porque no sabemos equilibrar el golpe que supone pasar por esos momentos.
Dice la literatura al respecto que eso lo explica la psicología positiva, que ayuda, además, a superar la angustia de las pérdidas (de la salud, de la amistad, de lo que sea que nos haya roto la armonía). Pero.. no es así, por mucha psicología positiva que le echemos al vacío que sentimos en esos momentos.
Existen corrientes filosóficas que defienden que pasarlo mal tiene ventajas, porque nos prepara para ser resistentes y nos ayuda a respetar la realidad. Pero, incluso esas teorías, asumen que hay que pasar un calvario para reponer el equilibrio roto por el contratiempo que nos ha llevado al pozo de la tristeza.
Es cierto (es mi pensamiento) que los fracasos y las pérdidas rompen la seguridad personal y nos borra la arrogancia, por lo que puede ser que esas experiencias nos ayuden a cuestionarnos algunas cosas, por ejemplo la humildad y la realidad.
Pero necesitamos transitar cuanto antes por esos estados, lo cual pasa por aceptar la situación de que se trate, comunicarnos con personas amigas antes de que el silencio deforme nuestra realidad, entender lo que nos pasa y por qué nos pasa y buscar soluciones adecuadas para eso que nos pasa.
En todo caso hemos de saber que todo eso, los malos momentos y la recuperación, forma parte de la aventura de vivir.
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