HAY QUE ASUMIR
A veces hay que asumir malditas verdades, esas que son difíciles de racionalizar pero que están ahí y nos afectan sin remedio. Por ejemplo: Todo lo que nace…., se acaba o que de ser “todo” pasas a no ser nada.
El camino entre el nacer y el acabar es el mismo para todos conceptualmente, pero específico para cada cual y esa especificidad suele venir dada por cómo lo andamos y con quién lo transitamos o lo compartimos.
El caminar sería más liviano si supiéramos ir cerrando ciclos, pero, por orgullo o incapacidad, no acabamos de liberarnos de las experiencias que no encajan en nuestra vida y nos hacen ser o aparentar ser distintos a cómo somos, lo que provoca que caminemos cargados de mochilas que deberíamos haber eliminado. El transitar del todo a la nada requiere de ligereza y agilidad y, sobre todo, de ser quien uno es.
Lo hemos de hacer sin que el corazón se endurezca y sin que decaigo el ánimo, aparte de procurando no hacer daño a nuestro alrededor. Todo porque al final gana quien se levanta cada mañana con ánimo suficiente como para hacer frente a la vida A PESAR DE LOS PROBLEMAS, quien es capaz de regalar sonrisas y creer en los sueños…
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