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miércoles, 12 de julio de 2017

AHONDANDO EN EL PENSAMIENTO

AHONDANDO EN EL PENSAMIENTO

En una de las entradas anteriores dejaba escrito que los que nos rodean notan rápidamente si nuestra actitud cambia, sobre todo si es respecto a ellos y a peor, pero nunca se pararán a pensar qué actitudes suyas nos han hecho cambiar, cuando realmente hay una relación de causa - efecto entre sus cambios y los nuestros.

Tampoco saben, ni notan, ni se les ocurre valorar los esfuerzos que hay que hacer para romper la tristeza, la amargura, el dolor, la traición, la enfermedad o la soledad y mostrar siempre la misma actitud. Todo eso hace cambiar, claro… y las pocas fuerzas que quedan de esos esfuerzos hay que guardarlas para continuar, no para hacer buena cara a los que pasan a nuestro lado o se preocupan de nosotros dos minutos.

No es fácil el camino, aunque lo parezca a los ojos de los demás, que te miran como si lo hicieran a una pantalla, esperando los mejores efectos especiales, el mejor color y el mejor sonido. Se me ocurre pensar que esa actitud es una crueldad, con caricatura de “es por tu bien” sin saber cuál es tu mal.

De ahí que haya hablado también de cerrar ciclos, para no ahogarnos.


Que no se extrañe nadie si muchas de las disculpas llegan tarde, tanto que no encuentran a nadie para recibirlas o, de encontrar, encuentran a una persona dispuesta a rechazarlas, porque suenan a insulto. 

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