CLASIFICAR
Me molesta el afán de clasificar que viene de la mano del posmodernismo, supongo que con el fin de reducir a la mínima expresión la realidad y hacerla asimilable o inteligible a las mente actuales.
Suele ser una manifestación maniquea (buenos son los que piensan como yo y malos el resto) que es la más sencilla. Total, parte de las vísceras y no hay que pensar, solo atender a cualquier detalle que nos llame la atención.
Y eso pasa en la vida del común de los mortales y en las esferas del poder o de la representación social y ejemplos hay hasta hartar al más pintado.
O eres del Barça o del Madrid, o nacionalista o facha, o de derechas o de izquierdas, o ladrón o puro, o gitano o payo, o musulmán o cristiano, o blanco o negro, o de aquí o del resto del mundo…
Pareciera que eso de empaquetar ayuda a colocar el conocimiento en anaqueles ordenados. Somos unos perfectos “divisores”, clasificadores y reductores de la realidad y de su conocimiento por la vía visceral, pero ¿nos paramos a pensar en las tonalidades intermedias que nos unen?.
Porque son esas las que nos pueden salvar. Bien es verdad que buscarlas y analizarlas y más aún asumirlas exige un esfuerzo racional, pero son más esas “tonalidades” que las de ubicar a las personas, el pensamiento o el comportamiento en los extremos solamente.
Porque son esas las que nos pueden salvar. Bien es verdad que buscarlas y analizarlas y más aún asumirlas exige un esfuerzo racional, pero son más esas “tonalidades” que las de ubicar a las personas, el pensamiento o el comportamiento en los extremos solamente.
De hacerlo así… seríamos más felices y más justos y provocaríamos menos enfrentamientos, más aún: nos podríamos entender y participar conjuntamente en solucionar los muchos problemas que nos acucian a TODOS.
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